Aquí ven a mi esposa obedeciendo la orden de quitarse los zapatos y los calcetines. Hacía menos ocho grados, así que decidí llevarla a dar un paseo por el pasillo de las cajas subterráneas. Sus pies primero se pusieron rojos de frío y luego sucios de tierra. Ella sufrió el frío, ¡y yo lo disfruté muchísimo!