Recuerdo ser un fetichista cuando era adolescente. Inicialmente me atraían los pies de las chicas, pero con el tiempo también comencé a desviarme hacia la sumisión, hasta el punto de que durante años mi pareja y yo nos hemos acostumbrado a implementar un sinfín de prácticas relacionadas con el BDSM. Desde hace algún tiempo, además de orinar, también empezamos a familiarizarnos con la sisificación, que me encanta especialmente.