Entre las muchas fantasías de mi esposa que no se han cumplido, hubo una que sí cumplió. Estaba en su último año de colegio, y en esos años, debido a las limitaciones de las aulas, tenían que ir a clase por la tarde. Si perdías el autobús, te encontrabas solo en una parada oscura y solitaria, esperando un buen rato el siguiente. En esas ocasiones, los chicos solían pasar en coches ofreciendo llevar a las chicas. Una noche, una compañera de mi esposa aceptó que la llevaran y se encontró en un coche con tres chicos. Después de manosearla, la llevaron a una calle apartada donde le dijeron que si no quería que la dejaran, tendría que chuparles la polla. Ella, que no era virgen, lo hizo, y al día siguiente les dijo a sus mejores amigas que tuvieran cuidado con esos chicos. Pero la idea de tener una experiencia similar se coló en la mente de mi esposa, trastornada por las hormonas, y unas semanas después, llegó tarde a propósito a la parada del autobús y esperó a esos chicos, que aparecieron de repente, listos para llevarla. La situación fue la misma que la de su amiga: se encontró en esa calle solitaria con esos tres hombres desnudándola hasta dejarla completamente desnuda. En ese momento, comprendió que su amiga no le había contado todo lo sucedido y que esos tres querían mucho más que una mamada. Tenía miedo, pero la excitación y el deseo eran más fuertes, y no se resistió a esos tres hombres que la trataban como a una prostituta. Cuando le pregunté qué le habían hecho exactamente, se negó a responder.
La Esposa Ofrecida
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