Mi esposa siempre ha rechazado mis insinuaciones transgresoras, pero a veces se ha dejado convencer para hacer un pequeño espectáculo. Entre ellos, el que más nos emocionó fue uno que tuvo lugar en un parque público durante unas vacaciones fuera de casa. Había accedido a ir sin ropa interior, y al sentarse bajo un árbol del parque con las piernas abiertas, su hermoso coño quedó expuesto a la mirada de un hombre maduro que, sin ningún pudor, se acercó para ver mejor. Fue un día especial.