Regresé a mi habitación y me fui a la cama. Toda la noche se oía de todo: gemidos, gritos, insultos hasta que a las 4 de la mañana me llamó y me dijo: tenemos sed y aquí se nos acabó el agua. Quiero que hagas algo por mí: coge tu botella del minibar, baja al patio de abajo, vacíala y llénala en la fuente que hay allí. Por supuesto que tienes que ir allí en ropa interior. Me levanté del calor de mi cama, agarré la botella y corrí escaleras abajo en ropa interior. Hacía frío y mientras echaba el agua miré hacia arriba y vi a mi mujer en la ventana con el amo cogiéndola por detrás, probablemente por el culo, me miraron y riéndose a carcajadas hicieron la señal de los cuernos con las cuatro manos. Volví a subir, puse la botella detrás de la puerta de su habitación y volví a mi cama.