Quien sea la causa de su propia desgracia debería llorar por sí mismo. Éramos muy jóvenes, aún no nos habíamos casado. Siempre le había dirigido discursos que ella consideraba "extraños". Intenté que mi personalidad se conociera. En esa época, no se decían palabras relacionadas con la filosofía cuck; uno se sentía simplemente "engañado" por dentro. Pero ella aún no lo entendía, solo lo entendería después del matrimonio. Sin embargo, conservo esta foto como una reliquia; si miras su mano, entenderás por qué.