En la clínica también había una sección remunerada y cuando Elisabetta fue trasladada a ese departamento las Hermanas inmediatamente le dijeron que nunca debía contradecir a los pacientes. Pero cuando una mañana, durante la ronda de lavado de los pacientes, uno le dijo que quería ser lavado sin el uso de guantes y esponja, ella se negó y fue a contarle a la monja la petición del hombre. La respuesta de la monja fue que él, que era una persona "respetable", era alérgico al látex y a los materiales sintéticos y por tanto tenía que hacerlo. Elizabeth obedeció y avergonzada lavó a ese hombre con sus propias manos... ¡y las encontró llenas de esperma!
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Date: 21-10-2024 16:48:45
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Informe falso (FAKE)