En el pequeño pueblo de provi 
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La Esposa Ofrecida


En el pequeño pueblo de provincia donde vivían mis abuelos después de las ceremonias de Bautizos, Comuniones y Bodas siempre había banquetes a los que estaba invitado prácticamente casi todo el pueblo. Eran almuerzos muy largos, en los que comíamos y bebíamos en exceso y que culminaban con música y baile. A mi padre no le gustaba bailar y por eso mi madre se convirtió en la presa buscada por muchos hombres que, con la excusa de bailar, podían sujetarla y manosearla. La enorme cantidad de vino que todos habían bebido hizo que los frenos inhibidores sucumbieran a los deseos carnales y se desató un beso colectivo en la pista de baile en medio de risas y comentarios de todos. Cuando una esposa veía a su hombre intercambiando cálidas efusiones con otra mujer en medio de los celos, ella le correspondía con la misma moneda, eligiendo al hombre más sucio que encontraba en la habitación para lanzarse ella también al baile. Se desató así un efecto dominó que pronto involucró a todos y que calentó cada vez más las almas y encendió los deseos más oscuros. Ver a mi madre bailando en brazos de otros hombres que la manoseaban y la abrazaban para que su polla hinchada de deseo se sintiera bien me perturbaba y excitaba al mismo tiempo y mi prima también sentía las mismas sensaciones al ver a su madre frotándose contra otros hombres. como una gata en celo mientras su marido disfrutaba bailando en brazos de otras mujeres. Entonces no entendía cómo mi padre podía sentarse en silencio y mirar mientras todos los demás disfrutaban de sus momentos de placer, pero a medida que crecí me di cuenta de que tal vez él disfrutaba mucho más viendo a mi madre con los demás que haciendo cualquier otra cosa. Incluso cuando entre un baile y otro mi madre a veces salía del restaurante para ir a tomar el aire al jardín, él permanecía sentado a la mesa y seguía con la mirada sus brazos alrededor de su compañera desapareciendo en el denso jardín. Se había comprometido con mi madre cuando ella trabajaba en el servicio y no podía evitar saber que en aquellos años los dueños de la casa se tomaban muchas libertades con sus empleados. En el pueblo todos sabían de todos y el hecho de que él aceptara la situación me hace pensar que tal vez mi ser cornudo tiene orígenes genéticos o que el ejemplo de "normalidad familiar" que viví en mi juventud guió mis elecciones de adulto.

Visto: 53 veces Comentarios 1 Date: 24-10-2024 09:50:02

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