Entre las noticias que despertaron su imaginación estaba la de un matrimonio joven que había sido atacado. Mientras me contaba que habían violado a la chica delante de su marido, le pregunté espontáneamente si alguna vez había deseado algo parecido, y para mi sorpresa, dijo que sí. Ocurrió durante nuestro compromiso, cuando una noche fuimos en coche a un aparcamiento donde pronto aparecieron varios mirones. Siempre he tenido problemas con la eyaculación precoz, e incluso en ese caso, me corrí antes de que ella llegara al orgasmo, y para que se corriera, me zambullí con la cabeza entre sus piernas y empecé a lamerla. Estaba en topless, lo que animó a los mirones a acercarse, y mientras yo no podía verla, uno de ellos sacó la polla y se la enseñó. Le gustaba que la lamieran, pero me dijo que tenía muchísimas ganas de polla en ese momento, y quería que esos mirones abrieran la puerta del coche y se la follaran, uno tras otro, delante de mí, mostrándome cómo se da placer una mujer. Saber que la mujer con la que me casé, que siempre se había negado a cometer transgresiones conmigo, había tenido esas fantasías desde el principio me hizo darme cuenta de lo poco que entendía a las mujeres.