¿Cómo le rinde homenaje? Empezando a golpearla violentamente en la cara con su polla dura, le suplico que no sea demasiado violento, le suplico que no le haga moretones; parecían puñetazos de verdad. Me dice, tragando saliva: «Cállate, cornudo. Tu mujer es mía y hago con ella lo que quiero». Mi mujer se me adelanta y dice: «Tiene razón, cállate, puede hacerme lo que quiera, y ni se te ocurra protestar, cállate, cornudo».